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Es una fría y húmeda mañana de pandemia. Pedro aún adormitado, se encuentra disfrutando del café matutino en la mesa de su vieja cocina. Cómo es su costumbre, escucha RPP como ruido de fondo para informarse y tener algún tema de conversación durante la jornada laboral. Los periodistas leen las noticias y comentan que en los laboratorios se continúa luchando por encontrar un tratamiento efectivo contra esta muy contagiosa enfermedad. Además, ahora debemos usar otro tipo de mascarilla pues investigadores han descubierto que en algunas circunstancias, las que usamos no protegen lo suficiente. Para cerrar con broche de oro, científicos han comunicado que están haciendo todos sus esfuerzos para la obtención de una vacuna, pero que no pueden indicar aún una fecha exacta. Tras un suspiro y un sorbo muy agrio se escucha un resonar en las paredes, “La ciencia no sirve”, al mismo tiempo que Pedro sale de la cocina con una expresión de resignación. Esa tarde durante el almuerzo se encargará de contarle a todos en la oficina que la ciencia no sirve. 

Sin embargo, Pedro se equivoca. Él no podría escuchar la radio, ni calentar el agua rápidamente por inducción si la ciencia no jugara un rol importante y fundamental en su día a día. La ciencia si sirve y mucho. Pedro está confundido debido a que en nuestros medios de comunicación y en el lenguaje coloquial, la distancia que separa lo que se entiende por “ciencia” de lo que en realidad es la “investigación científica” se ha venido reduciendo, a tal punto de generar que muchas veces no logremos distinguirlas y al estilo de una bola de nieve que cae y crece, está logrando que la sociedad en general desconfíe o “deje de creer” en la ciencia, cuando en realidad lo que genera la incertidumbre son los altos y bajos del proceso de hacer investigación científica.

Mientras que la ciencia es la fotografía del momento del conjunto de conocimientos ya estructurados y probados usando el método científico, además validados por esta relación amigablemente hostil entre los miembros y especialistas de la llamada comunidad científica (E. Klein), como por ejemplo que la tierra es redonda, el universo se expande, el calentamiento global, funcionamiento de las computadoras, etc., en la vereda del frente se encuentra la investigación científica. Esta es por su parte el proceso de búsqueda de respuestas a preguntas no respondidas aún, para ir completando ese conocimiento universal llamado ciencia.

La investigación científica hace las preguntas necesarias, pero en su camino pueden suceder muchas cosas. ¿La investigación científica puede fallar? Por supuesto, siempre en la búsqueda de la verdad, de respuestas. Pero también, nuevas investigaciones tomando en cuenta nuevas variables, o condiciones pueden modificar o complementar el conocimiento, y aportan a ampliar la ciencia. Casos conocidos como la evolución del modelo atómico (link de artículo) o el paso de la mecánica clásica de Newton a la teoría de la gravitación universal de Einstein son ejemplos de cómo la ciencia es dinámica y avanza, evoluciona.

Para poner en duda a la ciencia, por ende a los conocimientos universales, hay que tener argumentos de base sólidos. Es por ello que el “creer en algo”, “tener la intuición” o seguir el “sentido común”, no bastan para generar conocimiento. Debemos seguir el método científico que nació con Galileo. Como resultado de desconfiar de la ciencia, existen grupos que han generado comunidad al rededor de ideas sin evidencia científica.

Dos puntos muy importantes a tocar. (i) Por un lado, la investigación científica, se encuentra sumergida en un ecosistema que depende de fondos, normas, infraestructura y decisiones. Es llevada a cabo por personas como usted y como yo, con sesgos políticos (tomadores de decisiones), religiosos (creyentes) o con intereses particulares (empresarios, innovadores). Por lo tanto, la investigación puede verse direccionada por prioridades (sostenibilidad energética o una vacuna en pandemia) o puede ser influenciada por grupos de poder (armamento, pesticidas, etc.). Pero ojo, sus resultados, el conocimiento científico generado por ellos (dentro del marco ético) si no es correcto, es desmontado en el tiempo por el mismo método científico, por la comunidad científica (Homeopatía, Dióxido de Cloro, Datos falsos, etc.). Gracias a este “método de regulación” del que todos los investigadores son árbitros y están alrededor del mundo, la ciencia sigue avanzando. (ii) Por otro lado son los seres humanos quienes decidimos que hacer con el conocimiento adquirido.

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Dioxido de cloro, Pseudociencia, no cuenta con evidencia científica

Terraplanistas, niegan la evidencia científica

Lamentablemente, si no se tiene clara la diferencia entre ciencia e investigación científica se daña la confianza frente a la sociedad. Esto es muy sensible pues necesitamos hoy mas que nunca de toda la sociedad civil organizada, de su apoyo para el fomento de políticas públicas pro-educación, ciencia y tecnología. Para que más miembros de nuestra sociedad puedan distinguir entre la ciencia y la investigación científica, para que no se realicen políticas públicas sin evidencia, se hace imperativo seguir fomentando el pensamiento crítico y la cultura científica.

Todos conocemos a Pedro, hay que conversar con él y enviarle este artículo. A estar atentos.

Nahuel Monteblanco, PhD,

Twitter @nmonteblanco